martes, 10 de junio de 2014

LA TRISTE HISTORIA DE ESPAÑA






En estos días luminosos de junio, se me ha venido este poema de Gil de Biedma sobre la historia de España. Lo recuerdo cantado por Paco Ibáñez y recuerdo, sobre todo, esos versos:
De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal.
Ya veis, os los copio con la letra del colegio, con aquella redondilla que nos sonreía desde los cuadernos de escritura. Me hacen pensar estos versos y el poema, entero que os copio en esa misma letra infantil y simpática hasta para decir la dolorosa verdad de un país que se llamaba España.

De todas las historias de la Historia
Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
debe y puede salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que le han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
Jaime Gil de Biedma

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