Para
que no me llaméis pesado, voy a ir terminando la relación de personajes
lebaniegos tratados por Llorente Fernández con dos que considero fundamentales:
Joaquín Gómez de la Cortina y Jesús de Monasterio que cerrará esta colección de
entradas con sabor a orujo. Hijo de lebaniegos, don Joaquín nació en Méjico el
6 de septiembre de 1808. Su padre fue conde de la Cortina y Joaquín regresó a
Madrid en donde poseyó una amplia biblioteca de textos latinos. Fue marqués de
Morante al haber heredado el título paterno su hermano José y así figura en la
primera página de esa magna pobra que es el Diccionario
latino – español de don Raimundo de Miguel, el gran catedrático de latín
que se quedó ciego mientras traducía la Eneida. Es un ejemplo del indiano culto
e ilustrado que dedica su dinero a obras culturales. ¡A ver si cunde el ejemplo!
En el cuadro se le ve de pequeño junto a su padre, natural del valle de Bedoya,
más en concreto de Salarzón en donde fue enterrado, en el lado del Evangelio de
la iglesia de San Juan Bautista, años más tarde don Joaquín.
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