No
quisiera acabar este año sin contaros algo de Francisco Goyoaga, un jinete
español de los cincuenta que le dio a España numerosos triunfos en la hípica.
Mi conocimiento de Paco Goyoaga viene por la tienda que abrió en la calle
Lagasca por la que yo pasaba en numerosas ocasiones. Aquella tienda me revelaba
un mundo entonces muy lejano para mí y que lo asociaba con los niños ricos que
veía montar en tandas en el Club de Campo madrileño. Sin embargo, desconocía yo
entonces que hay otra hípica más sencilla, la hípica de los pinares de
Portillo, la hípica de los caballistas andaluces y castellanos, la hípica del
hombre del pueblo que con su sangre vaccea siente la llamada del caballo desde
su nacimiento. Vaya este recuerdo a Paco Goyoaga y a su mujer, Paula Elizalde,
también gran amazona.
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