Era pequeño de cuerpo y en el Siglo de Oro hubiera sido un
pícaro de buen corazón, incapaz de engañar a nadie. Luis García Mongero era tan
sólo un juglar que llevaba sus coplas y su alegría por donde quiera que iba. Yo
no lo conocí aunque vivió hasta el año 2005 en que se subió a los cielos para
seguir cantando coplillas, pero mi padre y mi abuelo lo recordaban mucho y
siempre me hablaban de este personaje que no pasará a los libros de historia,
pero que forma parte de la historia de la provincias de Ávila, Salamanca,
Valladolid y Zamora. Según mi abuelo Luis, este buen hombre llegaba, más o menos, hasta Laguna desde el
Pinar de Antequera y a Boecillo, desde Viana; hasta ambos pueblos viajaba Luis
en tren, que era su medio favorito. Pero recorría otros muchos lugares echando
sus coplillas y sus bailes. Si en una entrada anterior hablábamos de John
Balan, en esta os quiero hablar de Luisito el de Pozaldez. Ahora les llamarían
frikis, pero antes eran hombres sencillos, buenas gentes, que contra nadie
atentaban y que repartían alegría de gratis entre sus paisanos. Y eran tan
machadianos que un día como tantos descansaban bajo la tierra. ¿No os parece
bastante?
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