Aún era junio, el de las tardes
largas como miradas que decía el maestro García Baena, cuando pusieron El cebo de Ladislao Vadja, el gran
cineasta húngaro que en España dirigió, entre otras, Marcelino
Pan y Vino y Mi tío Jacinto. El cebo es una película magistral de la
que ya os hablaré cuando le toque el turno a su director, pero ahora lo que os
quiero contar es que me fui a la novela, La
promesa , de Friedrich Dürrenmatt, que le sirve de base, y la sorpresa fue
mayúscula pues el final de la obra de Vadja nada tiene que ver con el final del
escritor suizo. Dürrenmatt participó en el guión de la película y, luego,
escribió la novela dándole otro toque distinto aunque con el mismo o muy
parecido argumento. Me quedo con las dos, pero Dürrenmat consigue un efecto
sorpresa que hace de la novela, una novela negra de las que le gustan a mi
amigo Jesús Sanz Rioja, pero que se desarrolla en un paisaje idílico suizo en
donde es difícil pensar en que alguien puede ir por ahí asesinando niñas.
Dürrenmatt, que aparecía en ese libro rojo que formaba parte de la enciclopedia
Argos Vergara, la que me regalaron mis padres y que tanto me ha servido en mi
vida, está un poco olvidado en estos tiempos de literatura barata, pero sigue
siendo un grandísimo escritor. Si lo leéis y os gusta, me lo agradecéis. Y, si
no, pues seguid con el Ruiz Zafón.
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