Nació en
Talavera de la Reina, pero toda su carrera artística la desarrolló en Valencia.
Hace muchos años que lo vi en aquel programa de Fernando García Tola que se
llamaba Si yo fuera presidente con su
Libérate, un escándalo que ahora ya no es tal. Rafael Conde, sin entrar ni
salir en su sexualidad, era un grandísimo artista que, dotado de una gran voz y
de un gran sentimiento, “rompía” en los escenarios. Bien es verdad que, en
ocasiones, llegaba a lo chabacano, pero hay que oírle cantando El romance de valentía de Juanita Reina
o a dúo con Antonio Amaya cantando Mi
vida privada (Amaya merece una entrada aparte que tendrá en su momento). Se
nos fue hace ya unos años con su maquillaje exagerado de rimmel, con sus trajes
blancos de lentejuelas, con su candor de niño grande. Si Lorca lo hubiera
conocido, le hubiera escrito un poema. Quizás se le lo escriba un servidor si
tengo el valor y el tiempo para hacerlo. Se llamó Rafael Conde “El Titi” y
cantaba muy bien, pero que muy bien.
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