martes, 28 de marzo de 2017

FEDERICO ROMERO SARACHAGA O EL LIBRETISTA Y SUS HIJAS




Aunque fui muchas a la consulta de su hija, que era mi pediatra, nunca lo vi a él, el libretista de zarzuela más conocido junto a Guillermo Fernández – Shaw. María del Socorro y su hermana Pilar, que yo recuerde, vivían con sus padres en la calle Españoleto de Madrid y tenían otro piso, unos números más arriba en donde pasaba consulta por las tardes María del Socorro que era directora del Instituto Español de Hematología y Hemoterapia y que estaba en General Oraa. Recuerdo los viajes en taxi hasta la calle mencionada y la consulta en donde tenía una máquina de rayos X. Su padre, Federico Romero Sarachaga, había nacido en Oviedo en 1886, pero se consideraba manchego de La Solana, población de la que fue nombrado hijo adoptivo. Fue profesionalmente telegrafista, pero su gran ocupación fue escribir libretos de zarzuelas tan conocidas como Doña Francisquita de Amadeo Vives, Luisa Fernanda, de Moreno Torroba o la Rosa del azafrán del maestro Guerrero. Pero su producción no se queda aquí pues, en más de treinta y cinco años de actividad, escribió más de sesenta y cinco libretos. Cuando murió, en 1976, a los noventa años, su entierro fue toda una manifestación de duelo y el propio presidente del Gobierno, a la sazón Carlos Arias Navarro, presidió el entierro. No sé si eso era un honor o un horror, pero como pasó lo cuento. La última vez que vi a mi pediatra, la doctora Romero que era como la conocíamos en casa, fue cuando, en medio de una adolescencia turbulenta, fui a su consulta, como cuando  era un niño, y me diagnosticó que tenía el “cuore” grande por lo que mi madre me llevó a la Fundación Jiménez Díaz en la que, tras una exhaustiva revisión, quedó todo en un susto. Ya de más mayor, creo que en la Facultad,  visité aquella casa familiar de los Romero, a la que nunca había entrado.  Recuerdo el retrato de Amadeo Vives, mi querido don Amadeo, encima del piano. Ya no supe más de “la doctora Romero” hasta que por estas maravillas de la técnica he visto que murió en el 2013 con noventa y cuatro años de edad. Ninguna de las dos hermanas Romero Sánchez tenía hijos así que no hay herederos directos de don Federico Romero, el gran libretista, cuya hija me atendió de pequeño. ¿Habrá tenido este hecho la culpa de que sea yo un amante de la zarzuela? Puede ser.

 

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