Don
Bernardino de Melgar y Álvarez - Abreu, Marqués de San Juan de Peñas Albas,
nació por azares del destino en Mondragón, un día de santa Teresa del año de
1863. Era hijo de Juan de Melgar y Quintano y de doña María del Campanar
Álvarez- Abreu y Álvarez de las Asturias Bohorques. Siento cortar la genealogía
de tan ilustre noble para contar esta anecdotilla, pero es que no me resisto:
en un elegante colegio matritense, había un chaval que se
llamaba Bohorques de las Asturias y Bohorques de las Asturias y Bohorques por lo que los profesores de tan distinguido centro lo nombraban como Bohorques3.
llamaba Bohorques de las Asturias y Bohorques de las Asturias y Bohorques por lo que los profesores de tan distinguido centro lo nombraban como Bohorques3.
En fin,
seguimos. En su palacio de Ávila, hoy Parador Nacional de Turismo, reunió una
colección de objetos relacionados con la tauromaquia, el folklore y las artes
plásticas que hoy están en el palacio de los Deanes de la capital castellana,
lugar en donde está el Museo de Ávila. También tuvo una biblioteca teresiana
(recordemos que nació el día de la Santa) en la que se incluían numerosos
autógrafos de la santa abulense y que hoy en día están en la Biblioteca Pública
de Ávila. Su obra es inmensa, tanto como historiador, como cronista de Ávila. Fue
miembro de la Real Academia de la Historia y, puestos a coleccionar
marquesados, fue también Marques de
Benavites (título que rehabilitó en 1893) y VI Marqués de Canales y Chozas. Tuvo
acta de diputado por Castellón en varias legislaturas y senador por Murcia. De
sus libros, me es especialmente querido el que lleva por nombre Ávila del Rey
que publicó en la imprenta de Senén Martín.
Como
final, deciros que escribió un libro, Héroes y
mártires de la aristocracia española, julio 1936-marzo de 1939 en el que recoge
los hijos de nobles que murieron durante la Guerra Civil. En este libro aparecen
los hijos del conde de Gamazo y lo he usado para mi interminable ensayo histórico
sobre Boecillo. Lógicamente, el marqués había estado de parte de Franco durante
la Guerra.
Y
ya, para terminar, contaros una curiosa costumbre del marqués. En Madrid, solía
mandar a un criado que cogiera tranvías al azar y él hacía lo propio por otra
parte de Madrid. ¿Para qué? Pues para conseguir billetes capicúas de los que el
noble era un gran coleccionista. ¡Cómo se ve que tenían servidumbre y les daba
tiempo para todo!
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