Felipe
Robles Dégano nació en San Esteban del Valle, hermoso pueblo abulense que forma
parte de las Cinco Villas. Fue sacerdote, filósofo y filólogo y, para su Ortología
clásica de la lengua castellana (1905), don Felipe se encerró en su pueblo
y, entre aceitunas gordales y buen vino, se leyó completa la BCE, o sea, la Biblioteca
de Clásicos Españoles. Sin embargo, su estudio fue rechazado por la comunidad
universitaria con ese afán soberbio que tiene en nuestra tierra el estamento de
catedráticos y lameculos. Don Felipe no se amilanó y siguió con su libros: Peri hermeneias, escrito en latín; la Vida y martirio de San Pedro Bautista, Los disparates gramaticales de la Real
Academia española y su corrección (1912) y la Filosofía del verbo. Mi buen amigo Jacinto Herrero Esteban le
dedicó su tesina y sus libros los tenía todos mi sabio amigo y compañero, José
María Herranz, el segundo Tomás Luis de Victoria. Don
Felipe además tuvo tiempo de colaborar en el periódico El Siglo Futuro donde emplearía el seudónimo de Tíndaro. Se fue a
la Casa del Padre el 18 de abril de 1939. Lo recuerdo porque ya casi nadie se acuerda
de este gran filólogo, filósofo y escritor abulense y merece el pobre Robles
Dégano salir también en este blog junto a otros abulenses ilustres. Dixi.
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