Acabo de
leer un libro con tanta pasión como
hacía mucho que no leía un libro. Con tanta pasión porque, a mí, los libros de
viajes me apasionan; con tanta pasión, porque habla de mi querida Tierra de
Campos; con tanta pasión, porque su prosa es tersa, hermosa, poética en
ocasiones. Nada mejor para este septiembre que acabamos de comenzar que este
recorrido que Jesús Torbado, recientemente fallecido, hace con nosotros desde
su pueblo natal, San Pedro de las Dueñas, hasta Sahagún. Y, en ese recorrido, Torbado nos va enseñando
esta tierra dura y hermosa cuyos atardeceres le absuelven de sus calores y sus
sequedades. Hermoso libro en el que el autor va describiendo esa tierra y nos
va dejando también una sensación amarga: Tierra de Campos se nos muere y en
ella ya no queda más sitio que para los muertos. Leído el libro cincuenta y dos
años después de su escritura, uno tiene el alivio de ver que aquella tierra ha
cambiado y que ya no es sólo una tierra de muerte sino que es una tierra de
vida vigilada por los palomares de Dios. Bellísimo libro cuya lectura ha sido
mi pequeño homenaje a este escritor leonés que se nos fue a finales de agosto.
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