domingo, 21 de noviembre de 2021

LAS CUERDAS DE PLATA DE STEFAN ZWEIG

 


Mi amor por Stefan Zweig es tan grande que, desde los tiempos abulenses de farolas amarillentas y hielo en la ventana, he tenido su foto en mi humilde celda de trabajo y algunas personas, al ver a ese señor con bigote, han pensado que era un abuelo o un familiar cuya presencia me reconfortaba. No me hubiera importado haber sido nieto de don Stefan, pero mi devoción no tiene que ver nada con lazos de sangre, sino, más bien, con que jamás una lectura suya me llegó a defraudar. Así tras la lectura de su primer ( y único ) libro de poemas, Cuerdas de plata ( Silberne Saiten), declaro que es uno de los libros de poesía más hermosos que he leído nunca. En la entrada anterior os citaba un verso de este libro que vuelvo a citar en esta entrada que estoy escribiendo ahora:

Langsam schleicht die Stille in den Garten

Lentamente penetra el silencio en el jardín

         Y copio este verso ahora que justo acaba de anochecer y el silencio ha ido penetrando en este humilde jardín boecillano que nada tiene que ver con Salzburgo, pero que es, como todo jardín un símbolo materno, un hortus conclusus, al decir de don José Jiménez Lozano al que tanto añoro y que la muerte se llevó antes de la pandemia.

         Sé que nunca encontramos el jardín que llevamos porque wir suchen, niemals finden (lo buscamos y no lo encontramos) y tan sólo tenemos de él ein Blühen, das von weiten Fernen kam ( un florecer que llegó de lejanas lejanías) que nos deja ein Gedanke zieht so müd und sorgenschwer ( un pensamiento de cansada preocupación).

         ¡Leed este libro, por Dios, si sois lo suficientemente fuertes paras aguantar su belleza! Os dejo esta estrofa de su poema Im Feld  ( En el campo) en la hermosa traducción de Richard Gross:

Im Feld

Fern Berge, die sich tief ins Blau Verlieren

und fern des Lebens un ruhvoller Klang.

Hier ist kein Atemzug der Welt zu spüren

nur Fliederdüfte wehn das Feld entlang.

 

En el campo

Lejos los montes que en el azul se apagan,

lejos los sones sin sosiego de la vida.

No hay mundanal aliento que notar se haga,

sólo flotan por el campo perfumes de lila.

 

Y basta.

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