¡Por
fin he leído a Fernando Aramburu! No lo he hecho con Patria, que la reservo para noviembre, sino con Autorretrato sin mí, una obrita breve en
la que Aramburu nos acerca a su intimidad, pero de una forma tan sabia que nos
vemos reflejados en ella. Ya llevaba tiempo queriendo hincarle el diente al
donostiarra que vive en Alemania, pero tengo que confesar que mi primer
encuentro con él no fue nada fructífero. Mi buen amigo Senén Pérez, el librero
de Ávila, que nos dejó hace unos años, no hacía más que hablar de lo Fuegos con limón del escritor vasco y un
buen día, me dijo que Aramburu se había llegado hasta Ávila y que él le iba a
publicar un cuento. Al cabo de un tiempo, me regaló el cuento y su lectura me
produjo una gran frustración porque no entendí nada. O ese autor vasco era muy
listo y escribía muy bien o yo era muy tonto y no sabía leer. Se lo di a leer a
varios amigos de amplia cultura y les ocurrió lo mismo. Por eso, durante más de
veinte años, he sido reacio a Fernando Aramburu Irigoyen y no he leído nada
suyo. Este autorretrato me ha gustado mucho y la serie Patria, que vi por HBO, me pareció espléndida. Le he pedido a Javi,
el librero de Olmedo, que me traiga Patria
hasta mi rincón olmedano y, cuando la termine – que no será pronto pues es un
libro de enjundia-, os contaré. Ya veis que me he reconciliado con Aramburu y
mi buen amigo Senén, el librero de Ávila, desde su parcelita del cielo en la
que reina Nuestra Señora de Sonsoles, se estará sonriendo con aquella sonrisa
socarrona de abulense de ley con la que llenaba de luz aquellas noches de la
ciudad de la Santa.
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