Mi
buen amigo Miguel Ángel Hernández Saavedra, culto entre los cultos y poeta de
poetas, me hacía el otro día una advertencia sobre los Reyes Magos que, lejos
de echarla en el olvido, me ha llevado a investigar un poco (un poco porque ya
investigaron antes que yo doctores con más caletre, Benedicto XVI entre ellos)
sobre los Reyes Magos que, antes de que nos demos cuenta, aparecen por nuestros
horizontes.
Vaya lo primero decir que tan sólo es
San Mateo el que habla de los magos:
(…) ἰδοὺ μάγοι ἀπὸ ἀνατολῶν παρεγένοντο
εἰς Ἱεροσόλυμα.
Que la Vulgata de San Jerónimo traduce
así:
(…) ecce Magi ab oriente venerunt
Ierosolymam.
Me perdonaréis – pero soy filólogo
clásico y estudié con don Antonio Ruiz de Elvira-, que me detenga en el texto
griego en donde se utiliza el verbo παραγίγνομαι que se traduce por “estar
presente, asistir o ser testigo”. Fijaos bien que encontramos ἀνατολων que es
el genitivo plural de la palabra griega ἀνατολή que significa “levante” u “oriente”.
Por tanto, Mateo dice “de los orientes o de los levantes” como San Juan de la
Cruz, “mi San Juan”, decía “en par de los levantes del aurora” en su Cántico
Espiritual. Supongo que también, a cualquier lector que no haya cursado el
Bachillerato de la LOGSE, de la LOMLOE, de la LOMCE o de cualquier otra ley educativa cuyo único
fin es crear siervos al gobierno de turno, ha visto en esta palabra griega la
similitud con Anatolia y la península anatólica que, como bien sabéis está en
Turquía. A los que hayan estudiado por las leyes referidas, no les habrá sonado
ni las esquilas del rebaño de Anatolio, pero volvamos al texto.
Ni Mateo, ni la Vulgata dicen en lugar
alguno que fueran reyes ni que fueran tres ni qué nombre tenían. Tan sólo se habla
de “magos”, es decir, en el mundo persa, unos estrelleros, -permítaseme esta
bella palabra del castellano antiguo-, que se dedicaban a buscar a Dios en las
estrellas. Pero entonces ¿desde cuándo lo de magos? Pues desde el siglo III d.
C que es cuando se empieza a decir que pudieran
ser reyes debido a sus vestiduras y a sus regalos que les situaba entre los
pudientes. He marcado en cursiva lo de pudieran porque, como se ha visto, no hay ningún texto que así los nombre.
También fue en este siglo cuando se determinó que fueran tres (para otras
Iglesias cristianas eran doce como los apóstoles y como las doce tribus de
Israel) partiendo de algo lógico: si tres fueron los regalos, tres serían los
magos. Bueno, ya sé que me vais a decir que podían ser más magos y tres tan
sólo los regalos, pero, si seguimos al estilo “Ruiz de Elvira” entonces no terminamos.
Sin embargo, antes de terminar, me
gustaría hablaros de la traducción alemana de Lutero que, para los alemanes, es modelo de alemán. Algo
así, junto con Goethe, como su Quijote. Dice así el texto en alemán de San
mateo:
da kamen die Weisen vom Morgenland
“llegaron allí unos sabios
de Oriente (de la tierra de la mañana)”
Ya veis cómo esta traducción recoge lo
que habíamos dicho antes: estos visitantes del oriente eran sabios, gente que
estudiaban las estrellas.
Por
tanto, - y para resumir y cerrar-, según el Evangelio de Mateo eran magos y no sabemos
el número; según la tradición, desde el siglo III., son tres magos por el
número de regalos. ¿Y los nombres? Lo cuento en la próxima entrega.
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