Hoy,
día 10 de noviembre, es el día que la Iglesia Católica celebra a San León Magno
que fue Papa con el nombre de León I. Este papa es famoso por haber hablado con
Atila, rey de los hunos, y con Genserico que, con un grupo de vándalos, se
dirigía a Roma con no muy buenas intenciones. Vamos por partes.
Corría
el año 452 y Atila había invadido el norte de Italia y obligado al emperador
Valentiniano III a abandonar su corte de Rávena y a refugiarse en Roma. León se
encontró en Mantua con el rey de los hunos y consiguió que no avanzara sobre a
Roma firmando un tratado de paz. Hay otras lenguas “vespertinas” que dicen que
Atila se retiró por el hambre y las epidemias que sufría su ejército. No es
improbable. Esta victoria del Papa hizo
que el verdadero poder en el Imperio Romano recayera en el Pontífice y no en el
emperador y, si era así en el Imperio, era también en Europa.
La segunda conversación famosa que tuvo
este Pontífice ( por cierto, fue él el que empezó a usar este título que los
emperadores romanos habían abandonado desde el año 382) fue con Genserico que en el año 455 se dirigía
a Roma tampoco con buenas intenciones. El Papa, inerme y rodeado de sus
cardenales, salió al paso del vándalo para que no saqueara la ciudad, pero no
lo consiguió pues el muy bárbaro la estuvo saqueando durante quince días ( esto
de saquear la ciudad Eterna es un “deporte” que también practicaría, años
después, “nuestro” Carlos I) Sin embargo, sí que consiguió que no fuera
incendiada y que las Basílicas de San Pedro, San Juan y San Pablo, en las que
se había refugiado la aterrorizada población romana, fueran respetadas. Genserico
se llevó como rehén a la viuda de Valentiniano IIII, Licinia Eudoxia, y a sus
dos hijas, Placidia y Eudoxia que contraería matrimonio con Hunerico, hijo de
su padre Genserico. No debía ser muy culto el tal Hunerico y suponemos que la pobre chica no lo haría de su
grado, pero en estas cosas nunca se sabe porque, a lo mejor, tenía el muchacho
otros encantos que desconocemos o que ya por entonces no era algo que fuera de
aprecio la cultura entre las mozas casaderas romanas ( Tampoco nos vamos a
escandalizar porque, más o menos, ocurre lo mismo en la actualidad y, supongo
yo, que “si le dan a elegir” a una mocita del siglo XXI entre un chaval
poderoso, con coche de alta gama y buena cuenta corriente, y un poeta cuasi indigente, se quedaría con el “bárbaro”).
Gran labor la de este Papa que tuvo que
hablar en dos ocasiones con los bárbaros Atila y Genserico, pero quisiera hacer
notar que eso de hablar con bárbaros va siendo algo cotidiano en nuestras vidas
pues, si en aquellos remotos tiempos, era más fácil reconocerlos y saber por
dónde se andaban, hoy en día, su número es tal que, como en
poema de Kavafis, andan por “esta Roma” como Pedro ( nunca mejor dicho) por su
casa y así copan las televisiones, los premios literarios, las editoriales y
más lugares más en donde la verde hierba de la cultura (la cultura con “c” porque
la cultura con “k” que nos venden no es
cultura) , después de pasar sus caballos ya no vuelve a crecer.
Algún día nos tendremos que poner a
sembrar nueva hierba. Vamos, digo yo.
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