Seguimos
con esta familia romana que nos va a ocupar tres entradas. Santa Helena, la
madre de Constantino, tuvo una visión en la que se le decía que la Santa Cruz
estaba enterrada pues los discípulos no habían tenido medios para llevársela.
Helena fue a Jerusalén y, en efecto, en una labor de arqueología que la consagra
como la primera arqueóloga de la historia, Helena dio con las tres cruces, pero
no podía saber cuál era la cruz del hijo de José, el carpintero. Pidió ayuda al
obispo de Jerusalén, Macario, que le dijo que las llevara a una mujer enferma: la cruz que la curara sería la de Cristo. Y
así fue: una de las cruces curó a la enferma. Santa Helena dejó en Tierra Santa
gran parte de las reliquias y se llevó para Roma otros fragmentos. Por cierto, con
un clavo de la cruz consiguió aplacar una tempestad que se desencadenó según
iba para la Urbe. Este encuentro de la
Cruz de Cristo es el que celebramos el 4 de mayo con el nombre de Invención de
la Cruz y por el que se hacen numerosas fiestas a lo largo y ancho de la España.
Nos falta la Exaltación de la Cruz que dejo para otra entrada.
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