Leer a Willa Cather es uno de
mis grandes placeres. Me faltaba por leer Pioneros
y lo he terminado hace unos días cuando agosto ya tocaba a su fin. Maravillosos
personajes con esa Alexandra que nos recuerda a Ántonia; buenas gentes, buenos
vecinos con los que a cualquiera le hubiera gustado vivir.
En la novela no pasa nada, salvo al final y hasta el final, final era
más que presentido. Pero es que no es necesario que en una novela pasen cosas (
para eso ya están los culebrones) y que
su final tenga que sorprendernos hasta el punto de que el libro se nos caiga de
las manos, sino que lo que pase esté bien contado y el final fluya manso como
esos ríos que mueren en la mar con la serenidad de un ocaso. Y la Cather, quizá
por esa dieta de ostras y champagne, escribía
muy bien, pero que muy bien. El que tenga dudas que lo compruebe leyendo esta
maravillosa novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario