Hacía
mucho tiempo que no sentía este golpe en las entrañas al leer un poeta y, ayer
por la tarde, lo he vuelto a sentir tras la lectura atenta y apasionada de José
Emilio Pacheco. Reconozco mi incultura porque compré su antología En resumidas cuentas por conocer el
premio Cervantes del 2009 pues nada
había leído de él. Y el libro se quedó en la estantería hasta cuatro años y
ocho meses después en que me “ha dado” por leerlo. ¡Bendita lectura que me ha
hecho conocer a un grandísimo poeta y ante el que tan sólo puedo exclamar, como
San Agustín, sero te inveni, ¡tarde
te encontré!. Si hace años la lectura de Jaime Sabines, al que descubrí gracias
a María Ángeles Valencia y a Pedro Tomé, abulenses mexicanizados, en este
octubre los versos de Pacheco me han hecho degustar una poesía de la que hacía
tiempo que no gustaba. Os copio el poema más conocido entre la juventud
mexicana: ALTA TRAICIÓN
No amo mi
patria.
Su fulgor
abstracto
es inasible.
Pero
(aunque suene mal)
daría la
vida
por diez
lugares suyos,
cierta
gente,
puertos,
bosques, desiertos, fortalezas,
una
ciudad deshecha, tris, monstruosa,
varias
figuras de su historia,
montañas
-
y
tres o cuatro ríos.
-
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