Mi abuela Patro, tan citada en
este blog, hablaba siempre de las chaquetas de cuero que llevaba un amigo de
casa que, durante la guerra, había sido de las huestes de José Díaz, el que
fuera Secretario General del PCE desde marzo del 32 a marzo del 42 , cuando le
sustituyó Dolores Ibarruri. Panadero de profesión, Díaz comenzó en la CNT y, en
1923, se unió al PCE. Su hermana y su mujer fueron fusiladas en la represión
que llevó a cabo en Sevilla el vallisoletano Queipo de Llano. Enfermo de cáncer
fue operado en Leningrado y se trasladó a Tiflis, ciudad en la que nació
Stalin, en donde murió, suicidándose, cuando, al no poder aguantar el dolor que
le ocasionaba el cáncer, se tiró desde una ventana del hospital en donde se le
intentaba curar su dolencia. Durante mucho tiempo se pensó que este suicidio
había sido un asesinato ordenado por Stalin debido a unas discrepancias con el “padrecito
de los pueblos” que no se andaba con chiquitas con los discrepantes. Sin embargo,
en 1990, cuando se desclasificaron los documentos del KGB, se vio que don José
Stalin no había tenido que ver en su muerte. Una más o menos entre los millones
que asesinó no creo que le hubiera importado mucho a Stalin. Su cuerpo fue repatriado a España en 2005 y es
hijo predilecto de la ciudad de Sevilla. Lo que no acabo de entender muy bien
es por qué le importaba tanto a mi
abuela, que era de derechas de toda la vida y cuyo padre había votado a la CEDA,
el susodicho José Díaz. ¿Sería por las muy relucientes chaquetas de cuero que
llevaban los líderes comunistas? ¡Ay,
las mujeres¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario