¿Qué
bien saben y qué ricos están, en estas tardes de octubre, los tortones de mosto
que se venden en los pueblos de la Tierra de Medina! Al morderlos, se nos viene
al paladar todo el sabor de esos mostos recién vendimiados, de las uvas maduradas
con los soles del verano y pintadas por el sol que llaman del membrillo. Basta
con ir a Matapozuelos o a Olmedo para comprar en las panaderías estos bollos
que huelen a la gloria de los sobrados en donde maduran las manzanas y los
membrillos. Los golosos recorremos estos santos lugares y degustamos estos prodigios de la sencilla
repostería castellana. Luego la báscula – el confesionario de nuestros pecados,
la llamaba don Julián Marías – nos dará una sorpresa y diremos que se ha debido
de estropear porque es imposible que pesemos lo que dice la pantalla digital.
Pero es que ya no recordamos el sabor humilde y sencillo de esa maravilla que
se llaman Tortos o Tortones de mosto.
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