Hay novelas que
te arrastran en su lectura y por las que andas como un trapero del tiempo
(Marañón dixit) buscando ratos para terminar esa lectura que te embebe hasta lo
más hondo. Así con el El elegido, una
excelente novela de Thomas Mann que me recomendó Paco Hernández Ovejero, mi
amable compañero de Historia que también es un gran melómano. Hacía tiempo que
no leía una novela tan impresionante, tan bien narrada, tan bien trabajada, tan
perfecta y tan hermosa. Basándose en un cantar de que narra la vida del papa
Gregorius, el Edipo cristiano, Mann hace una obra de arte. Bastaría con el
comienzo, con esas campanas que tocan supra
urbem para llevar la novela al
Olimpo de la bendición literaria. Pero es que a cada página la novela sorprende
hasta el punto de que la propi a Sibila dice en la página 350 “que ya no le
extraña a una ni lo más extraño”. Por si esto fuera poco, el tema del perdón
divino y humano (que procede del divino) está presente en el sustrato de la
obra. Así habla el papa Gregorius en la página 347: “ ¿No os ha dicho nunca
nadie que haya estudiado a Dios que Él acepta el verdadero arrepentimiento como
penitencia por todos los pecados y que el hombre cuyos ojos se humedecen por un
arrepentimiento de corazón, aunque sea sólo una hora, por más enferma que esté
su alma, se salva?". Bellísimas palabras de un Dios todo perdón cuyo oficio es perdonar. Leedla, por favor, porque la
novela no os soltará. Cosas de la gran literatura de los grandes genios como
Mann que, tras escribir estas maravillas, podían fumarse un puro como el de la
foto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario