domingo, 10 de marzo de 2019

LA TABLETA DEL BARÍTONO



Se equivoca el señor Gianluca Margheri, barítono florentino, al enseñarnos sus tabletas en las redes “suciales”. En el mundo de la lírica, plagado de señoras gordísimas pero cuya voz era fino cristal y de tenores en los que lo más importante era su voz, no cabía lo chabacano y el muestrario de tabletas de este barítono es una chabacanería propia de un jovencito ahíto de anabolizantes. Es probable que hasta cante bien, pero esto de que los cantantes de ópera hagan con su pecho algo más que cantar y dar notas no es nuevo pues,  de unos años a esta parte, los directores de escena gustan de que los cantantes masculinos “enseñen” sus pectorales para gozo de alguna funcionaria menopáusica que ande por el patio de butacas y que esa noche cubrirá sus sueños con la imagen del “macizo” de turno. Maria Joao Pires abandonó la Deutsche Grammophon porque algunas artistas del sello amarillo enseñaban en las portadas algo más que su música. No podemos convertir la ópera en un plató de Telecinco, la casquería de la televisión. Por eso y con todo mi respeto, le diría señor Margheri que se guarde sus tabletas para merendar el “pan y catecismo” y que, si quiere hacer carrera musical seria, la haga con su voz y su saber musical. Lo demás se lo dejamos a gigolós de Fuenlabrada.

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