domingo, 3 de marzo de 2019

LAÍN ENTRALGO Y EL PODER CURATIVO DE LA PALABRA




Hablar de don Pedro Laín Entralgo no está de moda como la mayoría (gratias Deo ago) de las entradas que escribo. Don Pedro nació en un pueblecito de Teruel, Urrea de Gaén, en 1908. Doctor en Medicina y en Ciencias Químicas, Laín es el modelo de médico humanista que se está perdiendo en todo el mundo porque la medicina ha olvidado que aunque es una techné tiene también mucho de lógos iatrikós o palabra curadora. Laín, que era discípulo de Xavier Zubiri, otro que también está pasado de moda para el analfabetismo reinante, escribió un libro que voy leyendo despacio porque ni soy médico ni filósofo y tengo que ir asimilando lo que el maestro va desgranando en El poder curativo de la palabra. El conocimiento de Laín sobre el Corpus Hipocraticum y sobre los autores griegos en general (de los que, modestamente, sí que sé un poco) es enorme. Desconozco su capacidad clínica, pero la faceta intelectual de este médico turolense me parece envidiable.  Con toda justicia, le concedieron el Premio Príncipe de Asturias en 1989, doce años antes de que falleciera en Madrid en el 2001.  Los de siempre, para fastidiar, cuentan que Laín fundó Escorial junto con Dionisio Ridruejo, que dirigió la Editora Nacional,  - esa editora tan del Régimen que publicaba en ella Agustín García Calvo- , o que llegó a formar parte del Consejo Nacional de FET y de las JONS. Os puedo decir con toda sinceridad que me importa un carajo. ¡Mientras no se hubiera sacado los títulos por la Rey Juan Carlos!

                                                                                                  

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