El infante don Gabriel de Borbón, hijo de Carlos
III, nació en Portici, un doce de mayo de 1752, cuando su padre era rey de Nápoles. Su nombre
me ha sonado siempre de la colección Austral en la que estaba su fantástica
traducción de Salustio (una de las mejores que he leído) y que se ha seguido
reeditando hasta hace muy poco. Pero, ¿cómo llegó este Borbón a ser un erudito?
Pues porque el infante recibió una esmeradísima educación y entre sus maestros
está el padre Antonio Soler, compositor
catalán que se fue el célebre compositor de las sonatas para clave que sonarían
a gloria en las salas del El Escorial. Don Gabriel llegó a ser Gran Prior de la
Orden Hospitalaria de San Juan en Castilla y León y en 1771 le encargó a Juan
de Villanueva la construcción de la Casita del Infante en El Escorial, más en
concreto en la parte sur del monasterio, en donde fallecería – con tan sólo 36
años- un 23 de noviembre de 1788. Con tan sólo veintitrés años, se casó con la
infanta María Victoria de Portugal, primero por poderes y después ya “en vivo”
en El Escorial. De este matrimonio, nacerían tres hijos: Pedro Carlos, María
Carlota y Carlos José Antonio que no llegó a vivir ni un mes ( tan sólo vivió
la pobre criatura del 28 de octubre al 9 de noviembre, es decir, unos efímeros
once días. Su madre lo había precedido el día 2 afectada por unas viruelas que
le dejaron el tiempo justo para dar a luz
al pobre niño. Pero como la muerte no para ni sabe estarse quieta, también se
llevó al padre el 23 de ese mismo mes. Es decir, que en noviembre de 1788, murieron,
por este orden, la madre, el niño y el padre. Eran flores delicadas de lis
estos Borbones casi recién llegados a la
España del XVIII que tenía las tripas curtidas con chorizo y la piel dura como
el granito de las Castillas. Los otros dos hermanos, María Carlota y Pedro Carlos,
sobrevivieron y el último pasó a vivir a Brasil, pero no adelantemos entradas
de blog y quedémonos con el mágico recuerdo del nombre de este infante en las
primeras páginas de la Conjuración de Catilina, ésa que aparecía en los
libritos de Austral.
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