He releído Ocnos
de Luis Cernuda y he vuelto a disfrutar tanto con este bellísimo libro en prosa
del sevillano que tenía que escribir mi gozo porque la belleza que contiene
este libro te hace salir a contarlo a las calles, a las azoteas del sur con las
que sueño, a los parques que tienen por alma una fuente. Ocnos es una obra tan colmada de belleza, tan colmada de miradas,
de sensualismo, de deseo por la vida que se escapa a cada instante y que
Cernuda fija en estas magistrales acuarelas poéticas que no la podemos esconder
el bajo celemín de lo zafio y hay que
compartirla como una Buena Nueva de poesía de altísima calidad. Tengo a Cernuda
siempre a mano y a su Ocnos en mi
biblioteca y en mi corazón. Viaja conmigo y me basta la lectura de uno de su
capítulos para sentirme curado, aliviado, sanado de las heridas de la vida.
Ocnos devuelve a la poesía a su valor salvador (heilen en alemán es sanar), terapéutico, medicinal. La palabra se
hace belleza y bien y ambos curan nuestras almas intoxicadas de palabras
hueras, de palabras que se escupen, de palabras con carga de muerte. Y también
de heilen proviene heilig, lo santo y así podemos decir que
Ocnos es un libro santo, un libro que
nos cura, que nos salva, que nos lleva hacia la luz de la belleza. Tengo que
contaros todo esto porque no me sirve decir que es un gran libro. Leedlo y
notaréis su aliento salvífico, restañador de las heridas que el dolor nos
causa. Leedlo y con él en la mano, marchaos a un parque con corazón de fuente.
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