No me
gusta tener prejuicios literarios. Antes bien, me gusta lee r y luego juzgar. Por
eso os cuento lo que me ha ocurrido. Resulta que hace más de veinte años que
Antonio Gala publicó sus Poemas de amor y recuerdo las colas en la Feria del Libro de Madrid para que Gala firmara
su libro. De aquel libro se vendieron miles de ejemplares cuando lo normal es
que un libro de poesía no llegue – y eso con suerte-, a los mil ejemplares.
Servidor entones sacó en préstamo aquel libro en la biblioteca pública de Núñez
de Balboa y no pudo leerlo. Tan sólo los Sonetos de la Zubia me parecían algo semejante
a poesía y lo demás poesía comercial de muy baja calidad. Pasó el tiempo y
Maite Saso me recomendó unas sevillanas de Clara Montes en las que cantaba un
texto de Gala. Las escuché y me gustaron. No pasó la cosa de ahí. Pero hete
aquí que el otro día, paseando por Pucela, veo una librería nueva en la que se
venden libros de lance y en la que, si te llevas tres, te rebajan de manera sustancial el
precio final. ¡Y allí estaban otra vez los poemas de Gala! Los compre- lo
confieso-, y me los leí. Sé que esto puede dar una idea de mi pésimo estado
mental tras ocho meses de curso, pero os reconozco de manera pública que me
encantaron algunos poemas y que algunos sonetos de La Zubia los llevo, como
dice Gala, ut signaculum in corde meo.
No puedo deciros más. No me juzguéis y leed este soneto que ando recitando de memoria
por valles y cañadas:
HOY VUELVO A LA CIUDAD ENAMORADA
Hoy vuelvo a la ciudad enamorada
donde un día los dioses me envidiaron.
Sus altas torres, que por mí brillaron,
pavesa solo son desmantelada.
De cuanto yo recuerdo, ya no hay nada:
plazas, calles, esquinas se borraron.
El mirto y el acanto me engañaron,
me engañó el corazón de la granada.
donde un día los dioses me envidiaron.
Sus altas torres, que por mí brillaron,
pavesa solo son desmantelada.
De cuanto yo recuerdo, ya no hay nada:
plazas, calles, esquinas se borraron.
El mirto y el acanto me engañaron,
me engañó el corazón de la granada.
Cómo pudo callarse tan deprisa
su rumor de agua oculta y fácil nido,
su canción de árbol alto y verde brisa.
su rumor de agua oculta y fácil nido,
su canción de árbol alto y verde brisa.
Dónde pudo perderse tanto ruido,
tanto amor, tanto encanto, tanta risa,
tanta campana como se ha perdido.
tanto amor, tanto encanto, tanta risa,
tanta campana como se ha perdido.
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