Tenía este libro de Concha Espina en espera desde
hacía un par de años y su lectura ha sido altamente satisfactoria. La historia
de amor y marinera en un pueblo de la costa de La Montaña con cantiles, prados
y un mar que es otro personaje más del libro además del riquísimo lenguaje de
Concha Espina hacen de este libro un placer de lectura. Sabía Concha Espina escribir
y describir la psicología de sus personajes y es muy de agradecer tanta belleza
de lengua cuando parece que ya no se llevan cosas como ésa y se utiliza en
novelas y película “el lenguaje de la calle” que nunca he sabido a qué calle se
refieren los que así la mientan pues con la gente que trato no suele usarla y
más bien recae su uso en ghettos de zafiedad y mal gusto. Sé que Concha Espina
ya no se lleva, que ya no se lee porque en la literatura que gusta, en esa
literatura de consumo, de usar y tirar, tiene que haber un coto cada cinco
minutos. Los que no somos dados a tales excesos preferimos la prosa sosegada de
doña Concha. Pero para gustos los colores.
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