Pues resulta que había un señor que era de Llanes y
que escribía como mi maestro don Álvaro Cunqueiro. Tanto se parecía el llanisco
que en su novela El viaje del obispo de Abisinia a los
Santuarios de la Cristiandad aparecen
enanos, negros moros de los países de más allá de la isla de Trapobana, curas
que banquetean de forma pantagruélica y hasta el mismísimo Preste Juan aquel
obispo in partibus infidelium que los portugueses situaron – y puede que
hasta vieron-, en las tierras de
Abisinia. Obviamente, no es la prosa de Gracia Noriega como la del maestro de
Mondoñedo, pero es mucho lo que se la aproxima y, para sus amantes
incondicionales, hace que disfrutemos de un Cunqueiro asturiano que también
tiene su aquel. Gracia Noriega se nos fue en el 2016 y algún malnacido lo llama
el escritor más hediondo de Asturias. Pero ¿es que no saben que alguien que usa de la menta piperita y de la vinca pervinca no puede llevar
malos cheiros en ninguna parte de su cuerpo? ¿No será que algún demonio
juguetón soltó una ventosidad desde sus recovecos intestinales y que, pese a
que se había bebido un pomo de perfume y que esperó a que el líquido le llegara
a las tripas bajas, no consiguió disimular el olor a azufre que impregnan las
ventosidades de los demonios que vienen a las tierras del norte a tentar a los mortales
y que, por mor de este incidente, fue culpado de hediondez el escritor de la
villa de Llanes? Seguiremos investigando.
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