Seguro
que muchos de vosotros habéis leído La
tournée de Dios de Jardiel Poncela. En ella, Dios baja a la tierra para darse un viajecito y, en el
Cerro de los Ángeles, aparece por detrás de unas retamas mientras se fuma un
Muratti. Bien, pues, mutatis mutandis
y salvadas las distancias, algo parecido es lo que hace Mihaíl Bulgákov con su maestro y Margarita sólo que, en esta
novela, no es Dios sino el diablo el que se abaja para dar una vuelta por la
Unión Soviética y, como es lógico, el diablo se encuentra con toda una estructura
de poder que Bulgákov satiriza. Así, nada más comenzar, encontramos que el jefe
de la burocracia literaria soviética, Berlioz, recibe un anuncio de su muerte y
muere tal y como se le anunció. Eso provoca un amplio revuelo en el Massolit, el sindicato de escritores, y en el restaurante
del sindicato Casa de Gribóyedov al
que acuden los literatos “del partido”. Hay, podríamos decir, tres escenarios – como en
un buen circo con tres pistas-, en que se van desarrollando las tramas: en una
pista, vemos la actuación de la troupe del diablo y sus secuaces; en otra actúan
el maestro, un autor amargado por su fracaso con una novela sobre Poncio Pilato,
y, en la última, actúa el propio Poncio
Pilato con Jesús de Nazaret ( Yoshúa Ga- Nozri). La noche de Walpurgis, que
tiene como protagonista a Margarita y su baile, es el Viernes Santo que coincide con la novela
del maestro que también se desarrolla en la noche de Viernes Santo con Jesús
ante el pretorio. También es altamente
simbólico (toda la novela lo es con símbolos como el sol, la luna, la tierra,
las tormentas y un largo etcétera) el que Margarita, que ha decidido vivir en
la pobreza con el maestro, abandone Moscú en su compañía en el crepúsculo del
Día de Pascua con las ventanas y cúpulas de la ciudad ardiendo con el sol
poniente.
El
maestro y Margarita es una buena novela, pero los lectores que no hemos
conocido, por fortuna, la sociedad soviética perdemos muchos de los comentarios
y situaciones irónicas que el autor plantea en su obra. Y estos comentarios debían
ser fuertes porque la novela no se publicó hasta muchos años después de la
muerte de Bulgákov. Cosas de la libertad que reinaba en el paraíso de las
libertades que era la Unión Soviética.
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