domingo, 22 de julio de 2018

MI HILO DE ORO PARA ELOY SÁNCHEZ ROSILLO



Sabido es aquello que decía el inmortal Juncal: entre toreros nos entendemos. Pues creo que los poetas podemos decir algo semejante. Al leer la poesía de Eloy Sánchez Rosillo, he sentido ese arrebato poético que no se siente muchas veces en la vida; es más, algunas de sus sensaciones son mis sensaciones y algunas de sus experiencias son las mías. Por eso le he escrito este humilde poema en el que quiero contaros que ese mundo de cosas pequeñas también es mi mundo; que yo tengo también mi árbol y mi pájaro solitario; mi pozo y su luna; mi marzo y mi playa; que sus historias son mis historias.

HILO DE ORO

 

¿Con qué hilo de oro me has cosido

a tu infancia en la casa y en la sombra

de la acacia donde tú mirabas a la luna?

 

Yo también he vivido la tormenta

con el ardor del sobrado en plena siesta

y me gustan también las viejas historias

de milagros,  de plagas y de amores.

 

Yo también me quedo a veces

solo en la playa cuando todo

oscuro se torna y tan sólo una luz lejana,

ajena a la intemperie y a la angustia,

me señala el camino de la casa de mi padre

porque nunca puede olvidarse la luz de los orígenes.

 

También veo las nubes pasando,

capitán con mi gorra y mi uniforme,

y creo que debajo del dolor

habita la luz indestructible de marzo.

 

Y es que también escucho los grillos

en las noches de ventanas abiertas

y busco la escondida fuente

con su hondo misterio de luz tan pura.

 

Y es que también recorro contigo

los pinares de Postdam,

siguiendo las pisadas de Henriette y de Heinrich,

mas creyendo en el don de la vida

que se da al que espera y aguarda.

 

Ahora que ya junio es pasado,

que ya la lluvia descansa en los bodones solitarios,

que el silencio recubre la vieja casilla

donde abuelo apilaba la leña,

Eloy, en esta tarde te convoco

para volver a vivir los orígenes

y esta vez ewig, ewig : para siempre.

 

 

 

 

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