Todos
los años, cuando llega el otoño, don Benito Pérez Galdós me está esperando con
alguno de sus Episodios Nacionales, esa manera maravillosa de contar la
historia de España mediante esos personajes que, ya en la acción principal, ya
en las acciones secundarias, se han convertido en miembros de mi familia. El de
este mes de octubre tiene como protagonista a Gabriel de Araceli que recibe el
relato de Andrés Marijuán, un maño de La Almunia de doña Godina, que estuvo en el
sitio de Gerona. En aquella Gerona sitiada, nos encontramos con personajes
entrañables como el doctor Pablo Nomdedeu, patriota español que deja su vida
curando a los heridos en las calles. Y claro no podía faltar don Mariano
Álvarez de Castro, el heroico defensor de la ciudad, el hombre que no dejaba
que ni un solo gerundense se pasara a los franceses porque lo fusilaba. Cuando
se lee este episodio galdosiano, hay algo que hace unos años no hubiera
sorprendido: que los gerundenses lucharon contra los franceses por librar a
España, repito a España, del yugo de els
porchs, como los llamaban en catalán. Si ahora nos sorprende es porque nos
han engañado; porque parece que no se puede ser catalán y español cuando han
sido tantos los catalanes que han servido a España y, lo más importante, han creído
en ella. Aquellas pobres gentes de Gerona cuyos cadáveres ocupaban la
escalinata de la catedral de cien escalones, tenían clara conciencia de que
habían muerto defendiendo a su rey Fernando VII (la verdad, no lo merecía, pero
eso es otra historia) y luchando por España. Al doctor Nomdedeu no se le caen
los anillos por nombrar a España, por sufrir por España, por amar a
España. Luego vino lo que vino y aparece
Pujol que le advierte a Tarradellas de que no hable de España, pero no le
advierte que su sucesor era un canalla de tomo y lomo que se llevaba para Suiza
todo lo que pillaba; vinieron las esteladas que portan jóvenes y no tan jóvenes
para los que la creación de una república catalana es cuestión primordial. ¿Qué
ha ocurrido en Cataluña en estos ciento cincuenta años? ¿No seremos todos algo
culpables aunque unos lo sean en grado sumo ( léase aquí los Piugdemones, Torra y diversa fauna y otros lo sean por
omisión. Creo que un examen de conciencia no vendría mal a todos en cuestión
tan importante, pero lo dudo pues, para algunos, todo se reduce a un Madrid –
Barça llevado hasta sus últimos extremos. ¡Qué pena de España y qué pena de
Cataluña!
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