¡Ay,
mi querido George Gordon Byron, zambo divino que en todas partes estuviste y
que escribías tan divinamente! He leído tu Mazeppa, basado en una leyenda
polaca y ucraniana y he galopado contigo por las anchas llanuras eslavas como
antes anduve contigo por Venecia, por Cádiz o por Grecia; he sentido el viento
como el pobre Mazeppa al que ataron desnudo a un caballo salvaje y lo mandaron
a las estepas, pero que luego bien que
se vengó no dejando piedra sobre piedra del castillo de aquel marido que le
castigó con toda la razón (bueno, quizás se pasó un pelín) porque sedujo a su
santa esposa. ¡Ay, Mazeppa, que no se puede ir por el mundo seduciendo mujeres
que luego se paga el pecado de adulterio a la grupa de un caballo!
Tu historia no sólo le gustó a “mi
Byron”, sino que Víctor Hugo, Pushkin (un recuerdo para el loro del alcalde
Tierno Galván) y músicos como Liszt ( un poema sinfónico y una obra para piano)
y Tchaikovski en su ópera Mazepa, se basaron en ti.
¡Qué vidas, señor, las de estos héroes ¡
¡Byron muriendo en Mesolongi y tú, amigo Mazeppa, galopando in puribus pelotis por esas estepas de
Dios!
Con razón nuestras vidas nos parecen,
en ocasiones, algo aburridas. Normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario