martes, 10 de diciembre de 2013

DE SENE VERONENSI


 

       Feliz el que en campos paternos pasa su vida,

al que la misma casa ve de niño y la misma de viejo,

el que se apoya en la arena en la que gateó con su bastón

y los largos años cuenta de su única casa.

A aquél no le arrastró la fortuna con su variado tumulto,

ni como huésped bebió aguas desconocidas;

ni como mercader temió los golfos, ni como soldado las trompetas,

ni casos defendió en el ronco foro.

Sin preocuparse de nada, no conoce la ciudad vecina

y disfruta cuando los astros se le muestran favorables.

Por los frutos distintos, no por los cónsules cuenta los años:

al otoño por sus frutos, a la primavera por sus flores reconoce.

En el mismo campo ve la salida del sol, en el mismo su puesta

y cual rústico mide su día según su mundo.

Él, que las enormes encinas  recuerda de pequeña semilla

y ve crecer también al añoso bosque;

para quien la cercana Verona está más lejos que las negras Indias

y considera al lago Benaco el MarRojo.

Sin embargo, de indómitas fuerzas y con firmes brazos

la tercera edad contempla un anciano robusto.

Que otro viaje y recorra los Híberos remotos:

éste tiene más vida, aquél tiene más camino.

 

         Amo este hermosísimo poema desde la Facultad y ahora que mis viajes son cada vez más raros me identifico más con este viejo de Verona. En estos días, en que las gentes se van a Tokio y se alquilan un apartamento para luego contarlo a los amigos, la paz de este poema me resulta indispensable. Y aprovechando este largo puente de la Inmaculada Concepción de María en que los coches atestan las carreteras de España, os lo he pasado a limpio y quiero que lo leías por lo menos con tanto cariño como lo he traducido. Claudiano lo escribió allá por el siglo cuarto de nuestra era cuando al Imperio romano ya no le quedaba mucho y los bárbaros, como en estos días nuestros, ya pululaban por las tierras del occidente europeo. Pero aquellos amaban la cultura a diferencia de éstos que la desprecian. Una pequeña diferencia muy sutil que no debemos de olvidar.

 

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