El
bilbilitano Marcial no sólo se dedicaba a los epigramas: a veces, en medio de
ellos, surgían estas reflexiones de la vida que son de lo más interesante de su
obra. Este poemita y otro que publicaré en este blog en breve me han hecho la
vida más feliz durante muchos años. Recuerdo que a don Miguel de Unamuno le
gustaba tener este epigrama en la pared de su despacho. Luego, según cuenta él mismo
cuenta - creo que en su Diario íntimo, le acabó disgustando el
último verso. Cosas del vizcaíno don
Miguel. Leedlo con paz y haced de él una pequeña escuela de vida, sin darle más
importancia de la que tiene: un pequeño poema de las cosas cotidianas, esas que
tanto le gustaban al maestro Azorín. Ya sabéis que los poetas gustamos de las
cosas pequeñas y que, cuando morimos, como decía el maestro Dámaso Alonso, se quedan
solas.
Las cosas que hacen más feliz una vida,
éstas son, afortunado Marcial:
los bienes, no por trabajo, sino por herencia;
un campo no ingrato, un fuego siempre encendido;
pleitos nunca; elegancias pocas; la cabeza sosegada;
fuerzas las justas, salud en el cuerpo;
una sencilla prudencia, semejantes los amigos;
la comida ligera, una mesa sin ornato;
una noche sobria, mas libre de cuidados;
una cama alegre y, sin embargo, casta;
un sueño que haga breves las tinieblas;
acepta ser lo que eres y no prefieras nada;
el último día ni lo temas ni lo ansíes.
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