Ayer por la mañana, terminé
ese libro fantástico que es
Mort de Dama
de Lorenzo Villalonga. El joven
Villalonga hace una auténtica vivisección de la sociedad mallorquina, en
especial de las clases nobles que vivían en el barrio antiguo de Palma. Ironía
de este volteriano que escribía muy bien, pero que si Jaime Chávarri no lleva
la cine
Bearn y le añade lo de “la casa
de las muñecas” para darle un morbo que la novela no tenía, nadie hablaría de
él. Villalonga es un gran narrador y su lectura merece un lugar entre las
vuestras. El próximo que “os” lea será “un verano en Mallorca”, título que le
lleva la contraria al
invierno en
Mallorca de George Sand, la francesita esa que se vino a Palma con el genio
de Chopin y aprovechando que la sierra de Tramontana está en Mallorca poner a parir a
los mallorquines, a los que considera poco menos que salvajes y, por extensión,
a los españoles. Esta baronesa, de la que ya había disfrutado Musset, era un poquito
putain,
pero, a diferencia de la de Sartre, nada
respeteuse
con las bellas tierras mallorquinas. Pero, a nosotros, lo que nos interesa
ahora no es la vida de la Sand, sino esa maravilla de libro que es Mort de
Dama, mucho mejor, por cierto, que
Invierno
en Mallorca; y es que uno tiene también su patriotismo.
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