Este
hermoso poema lo conozco desde que, un día de 1984, Jacobo Muñoz Veiga, recitó
en latín su parte final . Desde entonces se ha convertido en parte de mi vida y
uno de los poemas latinos que más encarnados tengo. Otro buen amigo, veía en
esos cuatro últimos endecasílabos falecios una alabanza del egoísmo.
Miquel Dolç, el gran filólogo catalán, lo explica así:
“Hay
empero en su alma una sombra de pesimismo: la amistad excesiva le ha roído el
alma. Con menos efusión se tienen menos goces, pero también menos
desilusiones”. Queden aquí estos
versitos del inolvidable bilbilitano para gozo de los que visitáis esta página.
Juntos
estuvimos treinta y cuatro cosechas
si mal no
recuerdo, Julio, amigo,
en las
que lo dulce se mezcla con lo amargo
pero, con
todo, fueron más las horas felices;
pues, si
aquí y allí, todas las piedrecillas en diferente
y bicolor
montón se repartieran,
vence el
blanco montón al más negro.
Si evitar
quisieras algunos sinsabores
y los
tristes mordiscos del alma,
de nadie
te hagas en exceso amigo:
menos
gozarás y sufrirás menos.
No sé si Marcial era contemporáneo de Epicuro, pero parece advertirse ahí su huella. Pero Epicuro era un egoísta de marca, al menos tal como yo aprendí su filosofía. Prefiero a Juan del Encina: "Más vale trocar placer por dolores que estar sin amores". Entre los que se incluye, por supuesto, la amistad.
ResponderEliminar