martes, 24 de diciembre de 2013

FERDINAND FREILIGRATH


        
 
 
      
Esta entrada la tenía preparada desde el otoño, pero por razones de trabajo, su aparición en el blog se ha ido demorando. Ahora, la publico tal y como la escribí a mediados de noviembre.
 
         Resulta que en este otoño tan benigno me ha venido el deseo de escuchar lieder de Carl Loewe, un autor poco conocido, pero gran compositor. Y el gozo ha sido enorme pues a  los grandes poemas hay que sumar la excelente música y la excelente voz de Fischer-Dieskau junto al piano de Justus Frantz. En medio de tanta maravilla, ha surgido un poema que me ha tocado el corazón cuya letra os he traducido de la manera que he sabido.  Su autor, Ferdinand Freiligrath, tiene mucha vida que contarnos: revolucionario, poeta apasionado, colaborador de Karl Marx. Sin embargo, lo que nos interesa es su hermoso poema.  Helo ahí:

 

En  la feria, la muchedumbre se abalanza

al circo, hacia el círculo de suelo llano y firme.

Trompetas, los címbalos suenan también.

Sordo, el tambor rueda y canta un payaso.

 

¡Por aquí! Por aquí¡ Se empuja, se atropella;

vuelan los jinetes; alzándose en la pista,

rivalizan negros caballos turcos y alazanes;

muestran las mujeres sus opulentos encantos.

 

Y en la puerta forrada de la pista

se para, grave, un moro de pelo rizado;

golpea con vigor en el tambor turco,

y en el tambor se estira una piel de león.

 

Piensa en el lejano, lejano Níger,

donde cazaba leones y tigres;

y que en combate ha blandido su espada

y que al campo nunca jamás volvió.

 

Y que ella le recogía las flores,

y que tenía los cabellos adornados con perlas.

Su ojo se humedeció y con golpes sordos

tanto golpeó el parche que con estrépito se rompió.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario