En estos días de niebla propios de las
tierras pucelanas, se me ha venido al recuerdo este poema de Auden que viene
que pintiparado para la ocasión. No le copio completo, sino que selecciono un
fragmento y lo cierro con el agradecimiento de Auden a la niebla.
Enemiga
acérrima de la premura,
desalientas
a conductores y aviones,
los que
vuelan, claro, te maldecirán,
pero cómo
me alegra
que hayas
consentido en visitar
la
hechizada campiña de Wiltshire
durante una
semana entera de en Navidades,
que nadie
pueda escabullirse hasta donde mi cosmos
se ha
contraído
en una
antiquísima casa solariega
y cuatro yoes,
unidos por la amistad,
Jimmy,
Tania, Sonia, Yo.
Fuera, un
silencio informa,
pues
incluso esos pájaros cuya sangre
es lo
bastante briosa como para permitirles
morar
aquí el año entero,
como el
mirlo y el tordo
ante tu
estribillo zalamero
sus
jocosas interjecciones
ningún
gallo considera grito,
apenas
visible, las copas de los árboles
no
susurran sino que permanecen ahí,
condensando
tan eficientemente
tu
humedad en gotas equívocas. (…)
Gracias,
Gracias, Gracias, Niebla.
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