Ya de
nuevo en mis ojos aparecen
la
gracia, risa, flores de alegría;
ya, en mi
miedosa fantasía,
cuidados
que velaban se adormecen.
La
humanidad, nacida para amar,
tarde o
presto cae en brazos de ternura;
tú eres
dulce atractivo; hermosura
es convencer,
es seducir, es encantar.
La
flojera en el amor es una ofensa,
ofensa que
se alza a grado supremo;
pasión
pide pasión; fervor extremo
con
extremo fervor se recompensa.
Si un
celeste poder, tirano y duro,
esclaviza
a veces las libertades,
¿de qué
servía, razón, tu fuego puro?
No
fuerzan corazones las divinidades:
sino
amigo no hay, ni sino oscuro;
hados son
pasiones, son voluntades.
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