Cuando yo era pequeño, los taxis negros y con unha franja azul e branca, como a bandeira
de Galicia esperaban en las paradas a los clientes muy cerca del bar Lelé,
el de las jarras de cerveza y el plato de cacahuetes. Al pasar, me fijaba en su
escudo en el que destacaba un lema: NOSTRA IN MARE FORTUNA. Como por aquellos
días yo desconocía la lengua del lacio, entendía aquel lema como “nuestra
inmensa fortuna” quizás porque era una inmensa fortuna estar en aquella villa
gallega en aquellos veranos largos como miradas en las que las estrellas de mar
se secaban el los alféizares de las ventanas y en la ría la barca de Tramahunda
enredaba en amores a la isla de Tambo con su mágica luz serotina. Pasó el
tiempo y aprendí latín aunque dejé de ver la sagrada luz de la barca de
Tramahunda porque sólo los ojos de un niño pueden ver los milagros. Sin
embargo, detecté un fallo en la traducción que me ofrecían algunas personas de
lo que habían querido decir en latín los antiguos habitantes de Marín . No,
aquello no podía significar “nuestra
fortuna está en el mar” porque MARE esta en acusativo acompañado por la
preposición IN que le da un sentido de lugar “hacia dónde”. Para que fuera “en
el mar”, la forma latina tenía que ser MARI que es la forma en que se pone en
ablativo un neutro de tema en i. Cualquier alumno de primero de Bachillerato
sabe esto, pero creo que ya es tarde para cambiar el escudo de Marín. Además,
no me apetece porque sería como romper mis recuerdos, destruirme el café Colón
o La Orensana. Y ya no estoy para estos trotes.
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