Llevo
este mes ya muchos comentarios y entradas sobre la obra, la gran obra de Lord
Byron, y quiero hablaros del último que he leído, de su Manfred. Lo primero,
decir que lo tenemos en castellano en una espléndida traducción de Enrique López
Castellón, Catedrático jubilado de la Universidad Autónoma de Madrid. El tema
de Manfredo, ese noble fáustico que vive con su culpa en su castillo de los
Alpes, gustó a Schumann que le dedicó su Manfred, poema con texto en alemán
basado en la obra de Byron, y a Tchaikovsky que escribió su sinfonía Manfred.
Pero ¿que es lo que tiene Manfred que tanto atrajo a los músicos románticos y
postrománticos? Pues su alma romántica. Manfredo es un personaje de Byron que,
como el corsario Conrado o como Childe Harold, viven en la soledad heroica.
Pero es que además, Manfred, si me permite Francisco Brines robarle un título,
revela una insistencia en Luzbel. Sin dios ni dioses, perseguido por la culpa y
sin poder conseguir el olvido purificador, Manfred dice al anciano:
-
No es difícil morir, mi buen anciano.
En fin, Manfred, no sé yo…
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