Compré
este libro lleno de expectativas pues tenía muy buenas referencias de él. Lo
leí y sentí un cierto vacío, una sensación de que esa crítica a la juventud que
acabó en las filas del nazismo no era como yo la había imaginado. Impecable de
factura (soberbia, por cierto, la traducción de Berta Vías Mahou) y lleno de
muy buenas ideas, sin embargo pensé tras su lectura que lo que el autor dedica
al juicio podía haberlo dedicado a haber criticado con más dureza a esa
juventud que, sin Dios, buscaban un amo fuerte y lo encontraron en el señor
bajito y con bigote. Son cosas que pasan: a veces, una obra de grandísima
calidad como es ésta no te acaba de gustar del todo porque, en nuestra
soberbia, la hubiéramos escrito de otra manera. Pero para eso, tendríamos que
haber sido Ödön von Horvarth y, como es público y notorio, no lo somos.
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