martes, 23 de junio de 2015

EL CORSARIO DE LORD BYRON


Si el otro día os hablaba de Harold, hoy os hablo de Conrado, el corsario de Byron que llegó a esa ocupación  porque la vida lo arrastró a ello pues ya sabemos que la vida llevaba a los románticos a  emprender esas vidas al margen de la sociedad de ahí que los personajes como bandoleros, piratas y bandidos aparezcan con frecuencia en la literatura romántica. Bandoleros aparecen en nuestro Zorrilla; el pirata, en Espronceda y el corsario ( una especie de pirata “legal”) en Byron. También Schiller trató el tema de los bandidos en su obra Die Räuber que, ha poco, comenté en este blog. Nada falta en  esta obra del noble y cojo inglés: el pirata, la chica del pirata, los moros, la mora en su harén, el sultán malvado y, cómo no, la caballerosidad de Conrado que no puede tolerar que su rival muera a manos de una mujer. Estos corsarios eran gentes con su código de honor y todo y nada tenían que ver  con los ladrones actuales, pensemos en Francisco Correa, el Urdangarín o los sindicalistas andaluces y sus mariscadas que huelen a podrido desde Ciudad real. Y es que, como decía mi abuela Patrocinio, hasta para robar hay que tener educación y, lo más importante, estilo.

 

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