Creo
que es la primera vez que hago una entrada sólo para un autor y no para el
autor y su obra, pero es que la vida de Bernardino de Saint-Pierre puede ser de
todo menos aburrida. Nació en El Havre un 19 de enero de 1737, hijo de un
empleado de las mensajerías de ese gran puerto francés. El muchacho estudió en
los jesuitas en donde leyó Robinsón Crusoe que, pese a los que dicen que leer
no sirve para nada, cambió su vida. Viajó a la Martinica y en una etapa juvenil
fue casi todo: capitán, ingeniero, geógrafo, profesor de matemáticas, utopista
convencido que se marcha a Rusia, en principio para fundar una colonia agrícola,
pero con tiempo para seducir, según dicen, a Catalina II. Va comisionado a Finlandia y luego a Polonia
en donde ama a la princesa María Miesnik y, desde allí, se va a Dresde para
caer en los brazos de una cortesana . Vuelve a París en donde como capitán de
ingenieros se dedica, cansado de su vida anterior a escribir. Es entonces cuando
escribe Pablo y Virginia y se la lee
a mademoiselle de Lespinasse de cuyos salones era asiduo participante.. Esta
obra le abre las puertas de la corte y es nombrado preceptor del Delfín, sucediendo
a Buffon en el Jardín Botánico. A los cincuenta y cinco años se casa con la
hija de su editor ( ¡Olé!), la joven Felicidad Didot, pero a los siete años enviuda.
Lejos de quedarse como viudo ejemplar y sentido, Bernardino se vuelve a casar
con Desiderata Pelleport con la que alcanza la felicidad y en cuyos brazos
muere en Eragny, el 21 de enero de 1814.
El hombre que en su novela más conocida había opuesto el mundo “podrido”
de la Europa del Antiguo Régimen al mundo idílico de la Isla de Francia resulta
que no es precisamente un monje de clausura. Claro, es que, como decía mi
abuelo Julio, el Alubiero, una cosa es predicar y otra muy diferente, dar
trigo.
¿Quién ha dicho que los antiguos se aburrían y que hemos
descubierto nosotros, pobres ilusos, la diversión y la fiesta?
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