Como
en el caso que hace poco os comentaba de José Luis Parra, nada sabía de este
poeta y cantautor madrileño que se llama Antonio Pastor Gaitero. De su libro,
me enamoró el título tan rotundo: Tan
sólo por la luz la sombra existe, un endecasílabo que decía, además, una
verdad como un templo. Luego vinieron sus versos, antiguos, con ese sabor a
vino con buena solera, a poesía de calidad. Y me gustó claro y le agradecí a
ediciones Lastura ese buen ojo para publicar poetas de verdad ( los otros ya
sabemos dónde publican y quiénes los publican). El 11 de junio pasado, en la
caseta de Huerga&Fierro, leyó, entre otros, este poema:
Recibo la
rutina que me asola
con el escudo
que defiende el canto,
con el único
escudo que levanto
a la luz y al
color de la amapola.
La fuerza de tu
mar, ola tras ola,
me protege de
males con el manto
de tu sonrisa,
al ritmo del encanto
que Ofenbach
dejó en la Barcarola.
Día tras día
intento al levantarme
pensando en ti,
creer en la sonrisa,
mirando al sol
que brilla en alcaceles.
Y me quedo en
los labios que, al besarme,
me acercan a la
sal que el mar precisa,
al cáliz que
precisan los claveles.
Antonio Pastor
Gaitero
¡Gracias, Maestro!
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