De todos
es sabido que a Franco le gustaba cazar y pescar y que a ambas distracciones le
dedicaba buena parte de su ocio. También le gustaba la zarzuela, Marina en especial, pero eso ya es otra
historia. Eso sí lo que es menos conocido es que Franco pintara. Parece ser que
un día en que un pintor le estaba haciendo un retrato, o ferrolán cogió un pincel, probó y… ¡pintó tan bien que hasta
sorprendió al pintor! (Entre nosotros, ¿quién iba a tener los mondrugos
suficientes y bastantes para decirle a Franco que no sabía pintar?). Lo cierto
es que don Francisco le cogió gusto a la pintura y a ella le dedicaba buenos ratos
libres. Sin embargo, una jornada de caza tuvo la culpa de que se truncara su
carrera pictórica porque, mira por dónde, se lesionó la mano izquierda con la
que sostenía la paleta y Franco dejó la pintura. Hitler es público y notorio
que abandonó también la pintura y, según algún psicólogo seguidor de Freud, eso
le produjo un trauma que le llevó a ser como fue. No sabemos si el abandono de
la pintura le produjo a Franco algún trauma, pero, por si acaso, a mis hijos les
voy a dejar pintar lo que les de la real gana…
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