Si en la anterior entrada hablamos de las jambas y el jamón, en ésta vamos a entrar a descubrir por qué razón nuestros hermanos portugueses llaman al jamón presunto. La cosa es sencilla: porque los lusos atienden, más que a su forma u origen en la extremidad del animal, a una de las operaciones que se necesitan para conseguir un buen jamón que no es otra que el prensado y salado del pernil porcino. Prensar viene del latín premo cuyo participio de perfecto pasivo es pressus-a-um. De ahí el presunto portugués.
Y el presunto implicado ¿ de dónde
proviene? Pues, como no podía ser menos de otro verbo latino: praesumere, que es un compuesto de la
preposición prae + el verbo sumere , es decir, tomar por adelantado
o conjeturar pues eso hacemos cuando suponemos algo que no está confirmado.
También de este verbo vienen presumir que es “tomar” algo antes de su
confirmación y así lo tenemos en su doble acepción en castellano: presumir, es
decir, “tenérselo creído” y presuponer en la expresión poco usada ya en
castellano que dice así: Yo presumo que el libro estará en ese anaquel. Como
anécdota, deciros que a Manolo Cambronero, el gran librero de Valladolid, una
señora le pidió un libro y él, culto entre los cultos, le dijo:
-
Presumo que lo tenemos en el almacén.
A
lo que la señora, poco conocedora de esta acepción noble y clásica le espetó:
-
Pues no presuma usted tanto y tráigame
el libro.
Os
lo juro.
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