Seguimos
con las etimologías y, en esta entrada vamos a parar mientes en la palabra
pasante. Vamos a ir por partes en su explicación. Recuerdo desde niño que, en
los largos veranos gallegos, los niños, al dejar el colegio, hubieran o no
hubieran suspendido alguna para septiembre, continuaban yendo a las pasantías,
es decir, academias de verano en donde repasaban las materias del pasado curso
o preparaban un poco las del próximo. Pasantías las llamó siempre aquel señor
maravilloso que fue don Manuel Martínez que, aunque nacido en Caravaca, Murcia,
era el personaje más gallego con el que me haya podido encontrar pues sus
padres, murcianos ambos, emigraron a Pontevedra cuando él tenía un par de años
por mor del vino de Jumilla que se dedicaban a vender. Luego, el señor Miguel,
casó con una marinense de la familia Pardavila y sus hijos fueron Martínez
Pardavila. Los Martínez Pardavila tenían la casa familiar en la calle marinense
de Francisco Alfonso, llamada así por ser este personaje un capitoste de
falange en Marín además de ser familia de mi buena amiga Sisa Santos, casada
con Antonio Herrero, que provenía de una familia que tenía una fábrica de
conservas justo al lado de la fábrica de
hielo a donde iba yo con mi padres para comprar hielo para la nevera que nos
llevábamos a la playa. La verdad, ya no sé ni lo que estaba contando. ¡Ah, sí,
ya caigo! Decía que el señor Miguel solía decir siempre “pasantía” que es como se conocían popularmente
en Galicia. En cuanto al término pasante, poco que deciros: pasante es el que
en un despacho de abogados pasa o escribe lo que el señor abogado le ordena y
es, en muchas ocasiones, o un estudiante de Derecho, o un recién licenciado que
así hace sus primeras armas en las batallas jurídicas. Por cierto, que el señor
Miguel tenía una hija casada en Vigo con un carnicero que se llamaba (y llama)
Manuel Alonso Martínez y que, antes de ser carnicero, había trabajado en la
Citroën y otra, funcionaria del Ministerio de Educación que se quedó viuda muy
joven porque el marido estaba enfermo del corazón. También tenía un hijo en la
Armada y… Sinceramente, creo que ha llegado el
momento de cortar el texto de esta entrada.
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