Tenía
Paco Umbral una columna en El País que se llamaba Spleen de Madrid porque don Paco era un animal literario- tanto que el personaje mató al escritor-, y
sabía cómo durante el siglo XIX estaba de moda adolecer de spleen que no es
sino una melancolía un poco al estilo
del joven Werther. Spleen es la palabra que usan los angloparlantes para
referirse al bazo y tiene esta palabra inglesa sus raíces en la latina splen y en la griega σπλήν y así los
médicos hablan del músculo esplénico para referirse al bazo. No es raro que
vinculemos el bazo con la melancolía si pensamos en que hacemos al corazón
asiento de los sentimientos y también el hígado recibe su “carga emocional”.
Incluso leía no ha mucho que en el corazón había neuronas por lo que esta
teoría de hacerlo asiento de los sentimientos no es tan disparatada. Y esto os
lo digo con el corazón en la mano. Entonces
¿por qué le llamamos bazo al bazo y no un derivado de splen en latín siendo la lengua del Lacio nuestra lengua madre? Pues
porque nombramos al bazo en castellano por su color que es rojizo – quizás por
su abundancia de sangre-, y esa
tonalidad se dice en latín bacius de
donde, por gramática histórica, tenemos bazo. Otra cosa es “meter baza” porque
baza, que, según la RAE, es el conjunto
de cartas que en algunos juegos de naipes recoge quien gana la mano, viene del
italiano bazza que significa “ganancia”.
Por tanto no debemos confundir la baza con el bazo. Por cierto, la RAE recoge
la forma esplín, simple transcripción fonética de la palabra inglesa.
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