En el anterior
entrada, os hablaba del anafre y, buscando fotos para ilustrarlo, me encuentro
con este cuadro de Manuel Ussel de Guimbarda, pintor nacido en Cuba ( en la
Cuba que era España) y que se dedicó a escenas costumbristas. El cuadro
representa a unas vendedoras de rosquillas en una calle sevillana y en él
podemos a ver a una mujer que está avivando el fuego del anafre con un
aventador de esparto. Al aventador
también se le llamaba soplillo ( recordad lo de “orejas de soplillo”) y era muy
usado en las cocinas y lumbres de nuestros abuelos. Si os fijáis bien en el
cuadro, veis las manos de dos mujeres que trabajan la masa en unos lebrillos que
eran unas vasijas más anchas por el borde que por el fondo y que se usaban para
diversos usos que podían ir desde lavar la ropa, servir para un pediluvio o,
como en este caso- y sin agotar sus múltiples posibles usos-, para hacer masa
de rosquillas. Para contener el aceite, se usaban las alcuzas, que eran
metálicas, o, como en este caso, una botija perulera que era estrecha de base,
ancha de barriga y estrecha de boca. Además tenía un asa para poder echar el
aceite. Estas vasijas estaban vidriadas o esmaltadas para contener mejor su
contenido oleaginoso. En fin, que me perdonen los artistas por haber hecho este
comentario lingüístico de un cuadro, pero el comentario artístico o pictórico
se lo dejo en bandeja a los expertos. Que hablen ellos como yo os he hablado de
las palabras con las que se designan a
los objetos que aparecen en el cuadro.
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