Puesto
que es Navidad, andamos todos con lo del anafre para arriba y para abajo. Sí,
ya sabéis, se canta al anafre en ese
villancico que dice: “llevaba su chocolatera, su molinillo y su anafre”. O, al
menos, es como yo lo recuerdo y, todas las Navidades, lo canto. Pero ¿qué es el
anafre? Pues un hornillo portátil para calentar el chocolate que llevaba la
burra para Belén en la que no faltaba la chocolatera y el molinillo. Durante
muchos años (todo hay que confesarlo) no supe qué era ese anafre que llevaba la
burra. Ahora que lo sé disfruto más con este villancico tradicional español que
tiene el poder de llevarme a una cocina bilbaína y a un besugo en su horno que
guisaba abuela Patro. Ya no quedan cocinas bilbaínas y el besugo, pese a ser un
pez, está por las nubes cual volátil celeste. Pero, eso sí, hay que seguir
llevando, como todos los años, la burra
con la chocolatera, el molinillo y el anafre porque al Niño que nos ha nacido
le sigue gustando con locura el chocolate caliente. Por cierto, quiero aclarar
que el hornillo no es eléctrico porque, si así lo fuera, la factura de la luz
se nos iba a disparar. Para satisfacer vuestra curiosidad, os digo que, en la foto, vemos un anafre de Medina Azahara,
la hermosa ciudad musulmana en las laderas de la Sierra de Córdoba.
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